viernes, 15 de enero de 2016

La Historia Interminable, ¿sueño o realidad?. Yo prefiero creer en mis sueños

Texto: Itziar Azkona en El blog alternativo
Imagen: Spyrre


“Una vez que alguien ha soñado un sueño,
ese sueño ya existe y no puede escapar a su propia existencia.
Pero si el que lo sueña no puede recordarlo,
¿qué pasa con él, a donde va?
El sueño se va a vivir al país de Fantasía,
a un lugar muy profundo dentro de la Tierra.
Hay sueños olvidados,
todos almacenados en distintas capas.
Cuánto más profundo logres cavar,
más cerca estarás de él.
El país de Fantasía
se levanta sobre los sueños olvidados”
—Michael Ende-, “The Neverending Story”


En ocasiones me encuentro con dichos, textos o vídeos de hace tiempo que me sorprenden por su actualidad. Y siempre me pregunto lo mismo, si serán premoniciones de seres con su máquina del tiempo puesta a punto… hasta que caigo en la cuenta de que no, más bien es que el ser humano hemos avanzado bien lento en nuestra evolución de consciencia comparado con nuestro desarrollo tecnológico.

Mi sorpresa más reciente es la película de la Historia Interminable. Un cuento como todos, hecho para entretener a los niños y despertar a los adultos.

La historia nos cuenta como, Bastian, a través de la lectura de un libro, acompaña al protagonista, Atreyu, a vivir la realización de su propio sueño. Vive muchas aventuras en Fantasía, el país donde La Nada avanza destruyéndolo todo.

En esta película La Nada se está apoderando del planeta. Cada día La Nada crece más y se hace más fuerte. La Nada es la Oscuridad alimentada de los seres humanos que han abandonado sus esperanzas, que ya no creen en sus sueños. Es ese sentimiento de impotencia y ciega desesperación que se apodera de nosotros cuando olvidamos nuestro propósito auténtico de vida. Cuánto más nos alejamos de nuestros sueños, más crece La Nada. 

Se me ocurría sustituir las palabras “La Nada” por La Crisis y “País de Fantasía” por Otro Mundo es Posible. Esta Nada está destruyendo nuestro mundo y se está apoderando de la tierra de Fantasía.

¿Cuento o realidad? Ya que se intuye un poder establecido interesado en que perdamos la fe, la esperanza y la confianza en que podemos cambiar nuestra realidad. Parece que estén abonando el terreno con veneno, para dejarlo estéril y yermo. ¿Para qué? Puede que para que nos rindamos a su evidencia, para que bajemos los brazos, para que perdamos nuestra protección contra ellos y terminemos comprando las soluciones que nos quieran vender, porque para entonces ya habrán logrado implantar en el inconsciente colectivo que SU solución es LA mejor y que NO hay OTRA salida.

La película empieza con un discurso paternalista del padre a Bastían que bien podría ser el discurso de cualquier político, el discurso racionalista de este paradigma en decadencia:

“Tu sabras lo que te gusta o no, hijo
pero procura tener siempre los pies en el suelo
deja de soñar despierto y empieza a ver las cosas como son de verdad”

Pero… ¿cómo son las cosas de verdad? ¿qué es la verdad? ¿la tuya o la mía?. ¿Lo que es o lo que puede llegar a ser? ¿Que pasaría si la Tierra estuviera en lo más profundo del Universo y no arriba del todo como nuestra prepotencia humana nos hace creer?. Una vez creímos que éramos el centro del Universo y esa creencia colectiva se esfumó porque era falsa!!

¿Qué pasaría si estuviéramos debajo de una o varias capas dentro del Universo y fuéramos la base de Fantasía?¿Que pasaría si fuéramos un sueño soñado no recordado? ¿Que pasaría si fuéramos parte de un Gran Sueño Supremo que se estuviera soñando a sí mismo y del que ahora estaríamos despertando a través de nuestro día a día de tercera dimensión?

Puede que al despertar estuviéramos empezando a volver de un largo sueño y por eso todo lo que nos rodea nos espanta en un primer momento, como quien despierta y vuelve bruscamente de su sueño dorado.

Puede que las sincronicidades que estamos empezando a experimentar y la más que evidente aceleración del tiempo, hayan existido siempre. Puede que hayan estado super-impuestos en capas superiores a nuestro, hasta ahora, encumbrado modelo de sociedad mecanicista-racional. Puede que siempre haya existido pero han estado cubiertos de tiempo artificial, un tiempo que ha alimentado falsas nociones de realidad.
“La vida es sueño
y los sueños, sueños son”.
Calderón de la Barca

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jueves, 14 de enero de 2016

El ponche de los deseos de Michael Ende




El ponche de los deseos era, es y siempre será uno de mis libros favoritos, de esos que puedo releer mil veces sin aburrirme. Ya que estamos cerca de las vacaciones de Navidad, quiero recomendar su lectura. 

Los acontecimientos transcurren durante la tarde y noche de San Silvestre, la última noche del año. Belcebú Sarcasmo es un mago, pero no un mago de cuento de hadas, no uno de esos amables y generosos que quieren el bien para todo el mundo y profesan amor incondicional a todos los seres vivos de la Tierra ... ¡Tonterías! Belcebú es malo, egoísta y con muy mal humor, desagradable oportunista que se encuentra al servicio de un líder peor que él.

Y es un emisario de este último (Belcebú), en la víspera de fin de año, quien visita a nuestro mago. Él quiere saber por qué las malas acciones previstas en el contrato infernal no se han cumplido, y antes de la medianoche, si no se respeta el acuerdo, se llevará el alma de Belcebú Sarcasmo quien terminará en el infierno. Terrible, ¿no es así? 

... Lástima que Belcebú tiene una carta de triunfo: con la ayuda de su tía, la bruja Tiranía Vampir, podría construir en víspera de año nuevo, un mundo lleno de horrores y maldades que se recordarán para siempre y así cumplir su pacto con el diablo. Pero, ¿cómo? A través de la preparación del genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso ponche de los deseos, una poción muy difícil de conseguir que le permitirá lograr lo contrario de cualquier deseo expresado. Es decir, si quiero tener una piel hermosa y perfecta debo decir algo como: "Quiero ser horrible y llena de espinillas. "¿Te parece gracioso? No lo sería mucho si pensamos que Belcebú y Tiranía lograrían con esto terminar con nuestro planeta para siempre. 

Deben intervenir entonces unos personajes que no son héroes propiamente hablando: Maurizio un gato gordo y siempre somnoliento, que se jacta de ser un gran trovador y está convencido de que su amo Belcebú es el hombre más honesto y amable de esta tierra, y Jacobo el viejo cuervo al servicio de Tiranía Vampir, siempre que sus viejos huesos le permitan volar. Parece que estamos perdidos, ¿eh? 

Tal vez estás equivocado. Especialmente cuando se descubre que nuestros amigos son parte del Gran Consejo de los animales y tienen mucho más valor de lo que imaginas. 

¡Ya está! Todo listo para una noche de magia y sorpresas, incluyendo criaturas curiosas y extrañas, una casa encantada y giros inesperados. Pero, por encima de todo, ¿serás lo suficientemente audaz para probar el genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso ponche de los deseos? 


El ponche de los deseos es una historia dulce, divertida y encantadora con todos los ingredientes que atraen a los niños, que los hacen reír y emocionarse. Los protagonistas de la novela son tan torpes y desarrapados que divierten a pesar de ser toscos y logran despertar ternura por su ingenio; sin embargo, no pueden ser amados incondicionalmente, porque representan a los antihéroes de la vida cotidiana, personajes imperfectos como nosotros que hacen todo lo posible para lograr su objetivo, demostrando el valor y la determinación que ellos mismos ignoraban tener.

El ambiente, presenta tintes surrealistas, misteriosos y mágicos. Con el frío y los días festivos tan cercanos, una oscura villa abarrotada de criaturas extraordinarias se convierte en una gran historia imaginativa y encantadora, ideal para leer en las tardes de invierno o bajo las sábanas, antes de ir a dormir. 

Los temas de ecología y cuidado del medio ambiente, que Ende introduce dentro de la ponchera de los deseos, son positivos y fácilmente transmitidos a los jóvenes lectores para su asimilación y reflexión, de modo que son capaces de entender por sí mismos lo que está bien y lo que está mal, lo que es bueno para el planeta y lo que lo daña. 

Durante la infancia, los niños se sienten muy atraídos hacia la naturaleza y los animales, y los que plasma Ende mediante un lenguaje sencillo, se vuelven muy cercanos a sus lectores al compartir sus sueños, esperanzas y deseos. Toda la novela gira en torno a este tema, el deseo, encarnado por las intenciones que se expresan con la llegada del nuevo año. 

Hay muchas enseñanzas actuales en este libro, como la preservación de nuestro entorno y el cuidado de otros seres vivos, comprometerse para hacer de este mundo un lugar mejor. También el siempre creer en nosotros mismos y luchar por lo que soñamos, sin nunca darnos por vencidos, incluso cuando el objetivo parece imposible de alcanzar, como ocurrió con Maurizio, a quien le gustaría ser realmente un cantante de voz melodiosa y que finalmente tiene éxito, a pesar de todo, al realizarse un milagro. 

Aun los malos, a fin de cuentas son tan exagerados que se vuelven divertidos, entretenidos y casi dignos de compasión. 

¿Puede un libro de un ciento de páginas contener todo esto? Sí, por supuesto que puede, si quien lo escribió fue Michael Ende.


miércoles, 6 de enero de 2016

The neverending story, 30 años de aventuras en Fantasia

Texto: Ivonne Lara en Hipertextual
Imagen: Christian



The Neverending Story cumple 30 años de su estreno en el cine. Basada en la novela de Michael Ende, esta cinta dejó su influencia al cine de fantasía.

'Die unendliche Geschichte' es el título original de esta historia que no termina, de esa novela prodigiosa de Michael Ende. Así mismo, el título de la película basada en esta obra que fuera publicada en 1979. La cinta, dirigida por Wolfgang Petersen, se estrenó en España un día como hoy pero de 1984.

Acorde a esas fechas, en realidad, hay mucho que recordar y festejar. 35 años de la publicación de La Historia Interminable, así como 30 años de la película, que, entre otras cosas, tuvo un gran éxito en su estreno, aunque fue del descontento del autor que pidió, incluso, retirar su nombre de la cinta. Aun con esto, la película figura como una referencia en cuanto a películas de fantasía debido a sus efectos especiales y porque tuvo un presupuesto histórico para ese tiempo para una producción alemana: 27 millones de dólares.

Leer la novela de La Historia Interminable es toda una aventura en sí misma. Cada capítulo inicia con una letra del abecedario y, según sea la edición, la capitular estará decorada con el contenido del mismo capítulo. Los diálogo están divididos por colores (para distinguir la "verdad" de la fantasía) y, como una puesta en abismo, el libro se describe así mismo. La película abarca los hechos ocurridos en la primera parte del libro. Recordemos que no sólo existe una secuela de La Historia Interminable, incluso hay una tercera entrega. No sin extensas discusiones de si son realmente una trilogía, ya que la tercera parte no se basa en la novela, gran parte de los personajes son nuevos, cambió el director y los escenarios.

Me atrevería a decir que sólo la primera cinta merece atención, por lo que significó en su momento y también por sus veces de antesala de la novela escrita, que, a decir verdad, es una obra trascendental por su inteligencia, sus personajes únicos, su contenido fantasioso y por ser eje de muchas otras historias, pilar de muchísimos relatos futuros.

Como decía, Wolfgang Petersen fue el director de esta película y se alió con uno de los maestros en los efectos especiales: Colin Arthur. Este genial pionero en FX llevó a la pantalla grande el imaginario de Fantasía, la tierra que peligra y que solo Bastián Baltasar Bux puede salvar. Los entonces niños vimos en la película los fantásticos personajes como La Vetusta Morla, Fujur, el Comepiedras, y he decir que (y con esto tal vez caer en el lugar común) no hay nada que se compare con lo que se puede leer en la novela de Michael Ende.

Desconozco con detalle las razones de Ende de querer retirar su nombre de la película (incluso estuvo en un juicio por el contrato que firmó) pero sí sé que para los fines cinematográficos se "sacrificaron" muchos elementos esenciales. Sólo por mencionar uno que me parece el másescandaloso es Fujur. Muchas veces he escuchado con terror cuando alguien se refiere a la película y a Fujur como: "¡Ah, sí la del perro volador!" Un total desatino, Fujur es un dragón, el más bello de todos, el único en su clase, de escamas nacaradas. ¿Un perro? Qué alguien elimine el nombre de Ende al final de la cinta que fue dónde quedó.

¿Entonces por qué celebrar? No, hay que ser justos o al menos intentarlo. Lo que hizo Petersen con su cinta fue llevar lo imposible a la pantalla. Creó una cinta entrañable, muy importante en su momento y con una gran selección de cast. Los efectos especiales de la película no son más que una referencia obligada en la historia de este arte, que aun a pesar de los avances tecnológicos y todos los VFX o efectos visuales impresionantes del mundo, no dejan de ser esenciales para el cine. Colin Arthur es un maestro de los FX, su trabajo un arsenal de efectos que nos han impactado. Colin comenzó su trabajo nada menos que en 2001: A Space Odyssey y ha participado en "Teh Rift", "Abre los Ojos", "Hable con Ella", "Wax", entre muchas otras. Como él dice, ayuda a los directores a mentir, "soy un mentiroso, un ilusionista, un mago".

Repasemos una vez más, Fantasía está desapareciendo, la Emperatriz está muy enferma y sólo un héroe podrá rescatarla. La maestría de Ende para narrar los eventos que ha cautivado a tantos es como pocas. A mí me tiene prendida de los personajes e historias desde la primera vez que la leí y si sólo has visto la película o eres de los que se maravillaron con las aventuras de Atreyu y Bastián en el cine, disfrutarás a raudales la novela que antes que ser sólo "fantástica con héroes infantiles" encontrarás un universo casi infinito, obscuro y luminoso, fantástico hasta la médula, emotivo. Cada capítulo, cada letra del abecedario, es un preámbulo a un imaginario épico, increíble.

Así se presentaba la cinta y vemos los propios apuros del pequeño Bastián, a las Esfinges, a Axtrax. Personajes que hicieron un éxito en taquillas a la película y, por esto mismo, la incursión a una secuela con resultados más bien, y para mi gusto, pobres.

Es memorable la canción de Neverending Story interpretada por Limahl, como lo es el paquete ochentero del video clip del tema principal. ¡Ah, los 80's!

"Haz lo que quieras"
Versa el Áuryn al reverso y Bastián debe aprender lo que significa la responsabilidad de hacerlo. Las lecturas que tiene La Historia Interminable son muchas, todas ellas profundas, filosóficas. Michael Ende es un autor complejo, siempre he creído que a veces el ser un autor de literatura juvenil (como le llaman) pareciera quitarle un tanto de seriedad a su obra y es un error creerlo. Al menos con Ende se está en un profundo error si se piensa que sus personajes e historias son simples.

Así pues, podemos celebrar los aniversarios tanto de la novela como de la película que nos da el pretexto de hablar de La Historia Interminable. Ambas, sin duda, referencia en sus respectivos campos, y también para muchos fans de las obras o de cualquiera de las dos... ojalá de las dos. He leído rumores sobre un posible remake de la película, ¿será mejor que la anterior?, ¿recurrirán a efectos visuales en lugar de los efectos especiales? "Pero ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión".

¿Qué es la literatura infantil? Un poco de leña al fuego

Texto: Joel Franz Rosell en Proyecto Cultural Sur


La llama
¿Será la literatura infantil un género literario como lo son la poesía, la novela, el cuento o el ensayo? ¿Acaso libros tan diversos como Struwelpeter, de Hoffmann-Donner; Cuentos de Mamá Oca, de Perrault; La Edad de Oro, de José Martí; Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain; el poemario En aquellos tiempos, de Rabindranath Tagore, o los libros sin texto de Mitsumasa Anno permiten sintetizar un modelo estructural que sirva como “criterio de clasificación y agrupación de textos (atendiendo a las semejanzas de construcción, temática y modalidad de discurso literario) y como marco de referencia y expectativas para escritores y público”? ¿Habrá en libros tan o más variados aún que los citados, pertenecientes a tradiciones nacionales y épocas de las más diversas, algo específico y único, insustituible e intrínseco, sin lo cual, por otra parte, la literatura universal quedaría incompleta y no sería la misma?

Lo cierto es que suele aplicarse muy a la ligera el impreciso concepto de literatura infantil. Para empezar, lo más frecuente es que se cometa la grosera amalgama de homologar la generalidad que constituyen los libros infantiles (literarios, de aprendizaje, lúdicos, de divulgación…) con la literatura infantil, que es sólo una parte de ellos; quizás numéricamente menor, pero definitoria y más prestigiosa.

Aun dentro de la literatura infantil propiamente dicha, la de ficción, ¿hemos de limitarnos a la mayoritaria narrativa? Difícil sería desconocer paradigmáticas obras de teatro como la primera versión de Peter Pan o Jojo el saltimbanqui, de Michael Ende; documentales de la singularidad de El viaje de Nils Holgersson a través de Suecia o El mundo de Sofía; tebeos excepcionales como Little Nemo y algunas de Las aventuras de Tintín; libros ilustrados como los de Harlin Quist o Maurice Sendak, y poemarios como los ofrecidos por Kornei Chukovski o María Elena Walsh (para darnos las antípodas); sin mencionar cartas, diarios, memorias y otras formas menos frecuentadas. En todo esto hay tanta semejanza como entre los calcetines, los bistecs y los detergentes que ocupan estanterías vecinas en un supermercado.

Si yo utilizara términos rigurosamente científicos, me limitaría a definir la literatura infantil con una categoría ahora tan en boga como campo o con un término interesante, pero descartado por coincidir con una noción editorial, como es el de serie literaria.

Toda obra maestra de literatura infantil es el resultado de un descubrimiento, de una invención, de una revelación, de un compromiso del espíritu del autor –inevitablemente un adulto– con las esencias y posibilidades de lo humano que se revelan a través de los niños.

La literatura infantil ha debido luchar a lo largo de su historia, de poco más de tres siglos, contra la instrumentalización, contra su utilización como medio de educación, de armonización social, de trasmisión de una concepción del mundo.

La batalla es más encarnizada puesto que la literatura infantil también se revela como parábola de la complejidad del hombre, que no se forma sin deformarse, que evoluciona continuamente y desbarata todo intento de modelización o simplificación de lo humano.

La llamada literatura infantil, como género literario postaristotélico, carecería de forma fija, asemejándose a un plasma que se adaptara a las motivaciones emocionales y estéticas del autor, a las características de la historia que se desea contar y a una determinada –y probablemente subjetiva– noción de infancia. Asuma la forma del verso o la del diálogo, de la narración con palabras o con dibujos, lo que el autor de niños se saca del alma o de las tripas se parecerá a la mayoría de los “productos editoriales” (¡cuánto libro-kleenex se publica, recórcholis, y a sabiendas!) tanto como la auténtica poesía se parece a una rima de ocasión, o una novela a la narrativa rosa destinada a la alienación de amas de casa que, consecuentemente, se pone a la venta en los hipermercados.

El papel del niño en la literatura infantil no es el de simple destinatario. Ellos (denominémoslos en toda su pluralidad) son el trozo de cristal polifacético, fotosensible y fecundo a través del cual el creador enfoca cuanto le rodea, le rellena… o le falta.

Los niños son la arcilla orgánica y el molde conque y donde las palabras se amasan y crepitan para contar la (su) historia, y le regalan al autor ese tiempo enrarecido que abriga y propicia el estado de trance que es el de la creación (por eso se parece tanto al que viven los niños cuando juegan en pretérito imperfecto: “Yo era el bueno y hacía así…”)


La leña
Pero si la literatura infantil es, como la poesía, un método de interpretación de la realidad y el sueño, en idéntica medida resulta una forma incomparable de acción por vía de la palabra.

Cada día nos asestan nuevos estudios acerca de la representación (de la familia, de la mujer, de los oficios, de las diferencias culturales o de la tercera edad) en los libros para chicos. Son estudios que se realizan sin la menor consideración por las motivaciones estricta e íntimamente personales de los autores, por sus ambiciones estéticas, por su sistema simbólico o por la coherencia interna del universo creado –con palabras que no son intercambiables y con tropos irreprimibles y a veces irrepetibles– por un autor dado, en una circunstancia dada y con unos objetivos no siempre tan dados.

Nadie osa someter a semejante clase de análisis a la literatura para adultos, pero pocos titubean en cometerlos a expensas de la literatura infantil; como si ésta última estuviera abocada al realismo, a la reproducción fiel o programáticamente ideológica de la realidad.

Son demasiados los que parecen incapaces de comprender que si en un libro para niños aparece una familia encabezada por una mujer (pongamos Las brujas o La isla del tesoro), no hay en ello más que una motivación autobiográfica de Road Dahl, o el deseo de Stevenson de complacer al niño particular para el que construía un relato que aún no era literatura (escritura polisémica destinada a hacerse pública). No se les ocurre que los libros del ejemplo puedan ser un testimonio impremeditado de una época en que la mortalidad masculina (por culpa de guerras y oficios peligrosos) era elevada; sólo verán la defensa de un modelo familiar que estiman revolucionario, haciendo una inescrupulosa traspolación de sus propias afiliaciones (y luego hablan de lo “políticamente correcto” como una exótica extravagancia norteamericana). 

Es lamentable que en tanta comunicación, congreso o tesis doctoral sólo excepcionalmente se hable del autor, de la particular relación entre el sujeto y su obra, de la imbricación dialéctica entre el creador y los cánones de su época (a los cuales todo escritor se somete o desafía). ¡Qué raramente se tiene en cuenta que la literatura infantil es ante todo creación estética y que las motivaciones del escritor puedan ser otras que didácticas, ejemplarizantes o ilustrativas de la realidad!

Lo infantil es el elemento que modifica, como todo buen adjetivo calificativo, un sector de la literatura (lo substantivo, lo esencial), caracterizándola y haciéndola apta a la lectura de niños y/o adolescentes. Pero lo infantil proporciona a la obra una melodía y un timbre sui géneris, capaces de sonar de una manera especial, y no hay escritor que no viva atento a la música de las palabras y a la creación de un estilo.

Los rasgos que hacen específica a la literatura infantil para el consumo de un lector (determinado por su edad intelectual o afectiva), configuran este género único (por su abordaje y expresión de temas, tramas, ideas, acciones, personajes, ambientes, atmósfera) desde la perspectiva singular que tiene el niño del mundo real e imaginario.

Es en este último sentido que los libros para niños aportan a la literatura universal algo que de otro modo le faltaría, algo que explica por qué muchos adultos pueden apaciguar, alimentar, reconstruir o solazar su espíritu en una obra para chicos. Y ese algo es lo que, precisamente, confirma la fatal necesidad de existencia de la literatura infantil.

Son rasgos del niño la experiencia escasa, la maleabilidad de conceptos, la permeabilidad de límites entre realidad y fantasía, y entre presente, pasado y futuro, la ignorancia de las reglas de la gramática, la etimología o la redacción, y la falta de prejuicios, desconfianzas y suspicacias. Todo esto hace del chico no sólo el destinatario ideal para un tipo de obras en que todas las libertades están permitidas, sino una fuente de recursos todavía insuficientemente explorados y explotados para la expresión artística de esos adultos híbridos que somos los autores de libros infantiles.

Lo infantil en la literatura así definida está, insisto, no solamente en el lector, en ese conjunto de rasgos suyos que el autor debe identificar y manejar con soltura. Lo infantil es sobre todo una determinada sensibilidad –característica, pero no exclusiva del niño– que tendrá que ser realmente compartida por el escritor si quiere que su obra no sea un elemental acto de trasmisión de cultura y experiencia, una burda adaptación del discurso literario, sino la colaboración sincera y vinculante de su espíritu con aquellos que mejor capacitados están para comprenderle.


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